martes, 22 de marzo de 2016

Secretos de una hija de pastor 10 – La mejor decisión de mi vida




¿Qué tenía el Pr. David de diferente que llamó mi atención? Fue un miércoles, en la  Catedral, habían pasado apenas 3 días desde que nos habíamos conocido, y él me llamó y me hizo una pregunta que me dejó atónita. Él me dijo: “Yo vine aquí para casarme y no para pasar el tiempo, y yo me quiero casar con usted, ¿usted se quiere casar conmigo?” ¿Pero cómo así? ¡Él ni me conocía bien! ¿Cómo él podría estar tan seguro? Pues así es amigas, esa certeza, esa determinación y seriedad me llamó tanto la atención. Él sabía lo que quería, no estaba indeciso, no estaba buscando a otras o comparándome con nadie, era decidido y demostró el carácter de hombre de Dios.

Resumiendo, con una semana de conocernos él le pidió mi mano en casamiento a mis padres, con un mes él volvió a Puerto Rico y en 5 meses él volvió para nuestro casamiento. Tal vez usted piense: ¿Así tan rápido? ¿Cómo usted sabía que él era el escogido por Dios? Les responderé: en los otros posts yo dije que siempre tenía esa puntita de duda de si los otros eran los escogidos, esa duda realmente era la razón de por qué ellos no lo eran, pues si hay duda, no es de Dios. Cuando Dios bendice Él no deja ninguna duda. Con mi esposo fue diferente, desde ese día en que lo vi y recordé mi pedido, Dios confirmó en mi corazón que él era la persona cierta, pues a pesar de él tener todo lo que yo había pedido a Dios, yo aun así hice una última oración pidiendo a Dios que, si no era la persona cierta, que Él hiciera algo para que impidiera esa relación, pues quería que Su voluntad fuera hecha. Y cada vez que hablaba con él por teléfono, cada vez que él me comentaba del pueblo de la Iglesia y me pedía oración por ellos, cada vez que él me contaba un testimonio, eso me daba aún más la certeza de que a su lado era mi lugar. Su fe, determinación, seriedad, intrepidez y su carácter apenas confirmaban aquello que Dios ya me había mostrado, de que él era la persona cierta.

Y como les dije en el post anterior, después de tamaña decepción con mi ex novio, no me quería casarme tan joven, yo tenía otros planes para mi vida, quería graduarme y casarme con unos 25 años, pero aquel fue el momento de mi prueba, yo tenía que tomar una decisión muy seria: o negaba mi deseo de graduarme y dejar atrás mi familia de la cual nunca antes me había separado o me lanzaba en el altar  para servir a Jesús por completo. Confieso que fue difícil para mí tomar esa decisión, era mi sacrificio, mi renuncia para servir a Jesús. Entonces, en el día 02/02/2002  me casé en Rio de Janeiro con mi esposo. Yo decidí negar todo para servir a mi Señor y no me arrepiento ni por un segundo de esa decisión. Claro que en el día de la despedida ¡era una sola lágrima! Yo lloré mucho, pues nunca me había separado de mi familia, y siendo la hermana mayor, dejar a mis hermanos atrás me dolió de verdad. Además, yo sabía que tal vez no podría verlos más, pues me estaba yendo bien lejos, para Puerto Rico con mi esposo.  Saben amigas, yo y mi esposo somos muy diferentes. Él es puertorriqueño, su idioma principal es el español y tiene costumbres muy diferentes a las mías. Fuimos criados diferentes. Y sí, después de que nos casamos enfrentamos luchas, la fase de adaptación, tuve que aprender sus costumbres e idioma y afirmo que no es fácil, tenemos que depender de Dios y moldearnos a cada día. Pero también sé que cuando es la voluntad de Dios, cuando Él elige a la persona para usted, por más que pasemos situaciones desafiantes, a cada día que pasa vemos que somos el uno para el otro. No es una pasión ciega, desenfrenada, y sí un amor inteligente, un amor que viene de la fe. Yo puedo decir que soy una persona infinitamente mejor de lo que era antes de casarme con mi esposo y agradezco a Dios por haberme bendecido tanto. El secreto amigas es esperar y confiar en Dios. Y, mientras espera, sirva a Dios con su mejor, con su TODO, no con interés, y sí porque usted ama a Jesús, ama servir, ama hacer Su voluntad. Si usted da su mejor ahora, Él mismo la llamará para continuar sirviéndolo en el Altar para que usted continúe dando su mejor.
Un beso grande a todas y la semana que viene escribiré la parte de mi esposo, lo que él hizo y cómo él supo que yo era la persona cierta para él.
Un beso grande, hasta entonces. Dios las bendiga

Juliana Furucho

1 comments:

Anónimo dijo...

Hola Sra.Juliana lo que mas me llamo la tención de articulo es que aun teniendo la certeza que el era el hombre de Dios para usted , hizo una oración pidiendole a Dios que si no era el la persona cierta que impidiera la relación muy buena oración.
Marcela Lopez.
Buenos Aires.

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