“Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que
bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo
le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una
fuente de agua que salte para vida eterna.
La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para
que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.” Juan 4:13-15
El agua física representa los
placeres del mundo, aunque son atractivos traen una alegría y satisfacción
momentáneas y pasajeras. Mientras tanto, aquellos que viven dependientes del
“agua” que este mundo ofrece, viven frustrados y desilusionados, pues los
placeres acarrean con ellos dolor y sufrimiento.
El Señor quería mostrar a aquella
mujer la diferencia entre el agua que ella tenía para ofrecer, pasajera e
ilusoria, mientras que la que Él tenía para dar, es el Agua Viva, eterna.
Pero aquellos que no consiguen
abandonar los placeres de la carne, no podrán recibir el Espíritu Santo, que es
el Sello de nuestra salvación.
Muchos le han dado preferencia a lo
que es temporario, despreciando lo que es verdadero y eterno.
Dios nos da a elegir, pero la
decisión siempre será nuestra.
¿Y qué agua es la que usted desea,
mi amiga?
Lea los posts anteriores sobre este pasaje:
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