“llegó a un pueblo samaritano llamado Sicar,
cerca del terreno que Jacob le había dado a su hijo José. Allí estaba el pozo
de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se sentó junto al pozo. Era cerca del
mediodía. Sus discípulos habían ido al pueblo a comprar comida.
En eso llegó a sacar agua una mujer de Samaria,
y Jesús le dijo:
―Dame un poco de agua.
Pero, como los judíos no usan nada en común con
los samaritanos, la mujer le respondió:
―¿Cómo se te ocurre pedirme agua, si tú eres
judío y yo soy samaritana? (Pues los judíos no se comunican con los
samaritanos)
―Si supieras lo que Dios puede dar, y
conocieras al que te está pidiendo agua —contestó Jesús—, tú le habrías pedido
a él, y él te habría dado agua que de vida.” Juan 4:5-10
Amigas, me
gustaría comenzar con ustedes la meditación sobre la mujer samaritana, voy a
dividirlo en algunos posts para que no queden muy largos, espero que los
acompañen ¡Pues tengo certeza que les ayudará mucho!
Normalmente
los judíos rodeaban la ciudad de Samaria y no pasaban a través de ella, para
evitar confrontaciones con aquel pueblo. Pero el Señor Jesús ultrapaso las
barreras del preconcepto religioso y social para cumplir Su propósito de
alcanzar a la mujer samaritana.
Jesús
estaba cansado del viaje y le pidió agua cuando ella se dirigía hacia al pozo.
Ella se sorprendió con el pedido, ya que los judíos y los samaritanos no se
llevaban bien, un judío jamás recibiría agua de un samaritano, mucho menos de
una mujer con mala reputación como ella.
Pero lo que
esa mujer no sabía era que Jesús vino para salvar a todos y estaba por encima
de cualquier hostilidad entre los pueblos, Él no quería acusarla, sino
salvarla.
¿Usted
piensa que aquel encuentro fue por casualidad? No, de ninguna manera, el Señor
Jesús ya había preparado aquel encuentro, Él quería revelarse a aquella mujer
afligida y despreciada, con un pasado
triste y vergonzoso.
Del mismo
modo, Dios quiere un encuentro con usted. No importa de dónde usted es, cuál
fue su pasado y si merece o no. Lo importante es que no deje pasar esta
oportunidad, acepte e invite a Jesús para que de ese modo Él le dé el agua
viva, pues Él no niega Su Espíritu a los que le piden con sed y fervor.
Entonces,
no cuestione como dijo la samaritana, no haga preguntas del tipo: “pero, ¿el
Señor sabe quién soy?”; “hace poco tiempo yo ni quería saber del Señor”; “yo no
merezco, hice tantas cosas erradas en mi vida”; “¿quién soy yo para recibir
tamaña gracia?”; etc.
Enfóquese
en el objetivo, que es recibir el Espíritu Santo, el cual Dios prometió a todos
los que creen y no a todos los que merecen. Es claro que usted tendrá que hacer
su parte, abandonar la vida errada, pero lo maravilloso es que Dios nos
extiende Su perdón y la oportunidad de comenzar todo de nuevo. Él borra nuestro
pasado y de nuestros errores no se recuerda más.
¿Usted cree
en eso? Entonces pare de dudar y haga lo que tiene que ser hecho, entonces Él
le dará agua viva ¡Ah que día!
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