¿Alguna vez usted se sintió así,
acorralada?
Pues así es, sabía que no era la única, yo
también ya me sentí así, al igual que Daniel, el personaje bíblico de quien
hemos hablado últimamente.
Vean lo que aconteció cuando los sabios de
Babilonia no consiguieron revelar el sueño del rey:
“Por esto el rey con ira y con gran
enojo mandó que matasen a todos los sabios de Babilonia.” Daniel 2:12
No
se olviden que Daniel hacía parte del equipo de los sabios, aunque él no estaba
presente en ese momento.
“Luego se fue Daniel a su casa e hizo
saber lo que había a Ananías, Misael y Azarías, sus compañeros, para que
pidiesen misericordias del Dios del cielo sobre este misterio, a fin de que
Daniel y sus compañeros no pereciesen con los otros sabios de Babilonia.
Entonces el secreto fue revelado a
Daniel en visión de noche, por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo.”
Daniel 2:17-19
Y
ahora viene la pregunta: ¿Cuál ha sido nuestra reacción cuando nos sentimos
acorraladas delante de una situación difícil, o de una injusticia?
En
aquellos momentos que levantamos nuestra voz y decimos: “¿Y ahora? ¡Estoy sin
salida!”
Ese
“matar” en su vida puede ser un problema que a sus ojos no tiene solución, un
pensamiento amenazador de que usted no va a lograr alcanzar lo que desea, una
injusticia cometida donde usted no sabe cómo probar su inocencia, una duda que
no le deja en paz, un pensamiento negativo que queda martillando en su cabeza,
etc.
Vemos
nítidamente que Daniel recurrió a Dios de manera inmediata, pero no siempre eso
sucede con nosotros, la reacción muchas veces es:
-
querer resolver el problema con la fuerza de nuestro
propio brazo
-
desesperarse
-
levantarse contra la persona que está cometiendo la
injusticia o la maldad.
-
Despreciar a la persona y maltratarla, así como ella nos
trató
-
tomar venganza
-
dejarse dominar por el miedo, huir del problema y
esconderse
-
reclamar de la situación
-
desistir de luchar
-
aceptar la situación, acomodarse
Daniel
no hizo nada de eso, todas esas cosas que cité arriba son pérdida de tiempo, esas reacciones son de la carne, de las
emociones, no de la fe inteligente.
La fe inteligente nos lleva a buscar la solución en Dios, no en
nuestros sentimientos o pensamientos, o hasta en la fuerza del brazo.
¿Siguen viendo la importancia de andar en Espíritu, como hablamos en
el primer post acerca de Daniel? La reacción es totalmente diferente cuando
estamos en el Espíritu, pues nuestra carne no prevalece.
Y usted, ¿cuál ha sido su reacción frente a una situación difícil?
¿Con cuál de los dos ítems de arriba usted se identificó más?
¡Quiero leer sus comentarios!
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