Muchas
dudas existen acerca de este tema y no podría dejar de tocar este asunto,
viendo que es primordial y la base de toda su vida con Dios.
Cada
uno de esos pasos son esenciales, todos suceden en el orden cierto, uno depende
del otro, pero ¿cuántas personas confunden el ser convertida con el nuevo
nacimiento, o creen que son bautizadas con el Espíritu Santo sin haber nacido
de Dios? Para acabar con esas contradicciones, expondremos este tema y cada una
deberá reflexionar sobre a su condición delante de Dios.
Y
hoy comenzaremos a hablar de la conversión.
Piense
conmigo, ¿usted haría una consulta con alguien que dice ser médico, pero que
nunca estudió para eso? Claro que no, como mínimo te daría un diagnóstico
errado de tu salud, te recetaría un medicamento equivocado y te podría matar.
Es una persona que no está capacitada para realizar tal profesión y por eso no
puede ejercer ese cargo.
Así
sucede con aquellos que quieren hacer la obra de Dios sin ser nacidos de Él, ni
bautizados con el Espíritu Santo. Estarán ocupado un lugar que no les
corresponde, haciendo algo sin estar capacitados para eso, lo que es un peligro
para ellos mismos, pues están lidiando con almas y también para las personas
que están bajo su responsabilidad espiritual.
Entonces
veremos cuál es el orden en que todo debe suceder.
Cuando
llegamos a la iglesia, en la mayoría de los casos, llegamos siendo ignorantes (refiriéndonos
al conocimiento de la palabra de Dios), y yo me incluyo, llegamos destruidos y
problemáticos. Al oír la palabra de Dios, ella nos convenció del pecado y de la
vida errada que teníamos. La palabra, que tiene Espíritu, pues es verdadera y
se materializa, penetró en nuestro interior, dolió muchas veces, pues iba contra
los deseos de nuestra carne, pero decidimos aceptarla y creer en la palabra de
Dios, y así fuimos liberándonos. Por consiguiente comenzamos a abandonar el
pecado, las cosas erradas, la mentira, el engaño, nos tornamos fieles a Dios,
en fin aceptamos a Jesús como nuestro Señor y decidimos llevar las cosas en
serio, no queríamos más sufrir ni estar sujetas a este mundo tenebroso que sólo
causaba disgustos. Decidimos también bautizarnos en las aguas, que representa
el perdón de los pecados, con esta actitud estábamos reconociendo nuestra vida
inmunda y mostrando arrepentimiento y que a partir de allí comenzaríamos una
nueva historia con Dios.
Todo
eso hace parte da nuestra conversión, pero
no significa que una persona convertida sea también nacida de Dios,
claro que la conversión colaborará para que el nuevo nacimiento suceda, ya que
nadie puede nacer de Dios sin convertirse primero.
Próxima
semana vamos a hablar del nuevo nacimiento.
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su comentario si el artículo te ayudó!
1 comments:
Hola !
Gracias ,me quedo claro .
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