lunes, 24 de marzo de 2014

El Espíritu Santo y yo



Muchas personas piensan que, por el hecho de ser hija de obispo, recibir el Espíritu Santo me fue más fácil, pero se equivocan, pues tuve que luchar mucho para recibir el Espíritu Santo.

Me acuerdo que el diablo me atacaba diciéndome que no tendría el Espíritu Santo porque yo nunca estuve en el mundo, no tenía problemas y que sólo las personas sufridas recibían el Espíritu Santo, pues venían sedientas de Dios. Yo no tenía nada, no tenía testimonio de transformación de vida, entonces, ¿para qué quería yo tener el Espíritu Santo? Viví con esos pensamientos por un tiempo, y llegó un momento en el que viendo a mis amigas siendo levantadas a obreras, yo bien cara dura, fui a hablarle a mi padre que yo también quería ser obrera. La respuesta que él me dio, abrió mis ojos para la ceguera que el diablo me había colocado. Él me dijo así: “¿Piensas que te voy a levantar a obrera? ¿Rebelde, contestona y con ese mal carácter que tienes? ¡Jamás!” Mi Dios, aquello me cayó como una bomba. Yo no sabía que era así, es más, no lo había notado hasta ese entonces. Fui para mi cuarto pensativa y tomé una decisión: me vigilaría a mi misma para ver si mi padre tenía razón o no. Lo peor de todo es que, al pasar los días vi que era así y que no estaba agradando a Dios y necesitaba cambiar. ¡¡Aquí está el secreto amigas!! Yo me levanté y tomé una decisión de cambiar, yo QUERÍA CAMBIAR, quería ser una nueva criatura y ya sabía que sólo Dios podía ayudarme.

Comencé a ir todos los días a la Iglesia. Yo estudiaba de 8:30hs a 16:00hs todos los días, después de clases, tenía entrenamiento de Softball hasta las 19:00hs y no podía faltar, era un requisito de la escuela. Fui y hablé con el entrenador para que por favor me liberara a las 18:00hs porque tenía que ir a la Iglesia, él lo encontró extraño, se rió, pero me dejó salir temprano. Salía corriendo de la escuela, llegaba a casa, tomaba un baño súper rápido y agarraba la bicicleta y me iba para la Iglesia. Eran 4kms de pedaleadas. Llegaba a la Iglesia, cargaba la bicicleta para el segundo piso (la Iglesia estaba en el 3er piso y no podía dejarla abajo) y participaba de las reuniones. Yo me esforzaba porque quería cambiar, quería agradar a Dios, no quería ser más como era. Y no medí esfuerzos, no dejaba que el cansancio me venciera (tenía que volver a casa en bicicleta también), comencé a orar en casa, a leer la Biblia y a orar a la madrugada. Decidí entrar al grupo de evangelización y los sábados salía con el grupo para ganar almas, limpiaba la Iglesia y los domingos quedaba todo el día en la Iglesia, evangelizando y participando de todo. Nadie me dijo que tenía que hacer esas cosas, pero yo quería mostrar a Dios que quería Su ayuda para cambiar, quería agradarlo y así hice durante casi un año. Y mientras más me entregaba en la Iglesia, más placer  yo tenía de estar allí dentro, más voluntad de servir, evangelizar, de hacer las cosas para Dios. Muchas fueron las veces en las que nadie me vio limpiando el baño, limpiando las escaleras, evangelizando sola, pero Dios vio… Y cada cosa que yo hacía, Dios estaba allí, a mi lado, viéndolo todo.
Sí, demoré para recibir el Espíritu Santo, pero demoré porque yo estaba demorando en  cambiar, Él no me cambió, YO CAMBIE… ¿Y cómo conseguí cambiar? La próxima semana continúo…

Lectura de la semana: Juan 7:36-39 Apocalipsis 21:5-7¿Qué entiendes en estos dos pasajes? ¿En qué se asemejan las dos? Many kisses y que Dios las bendiga...


Juliana Furucho

2 comments:

Tatiana Belen Lopez dijo...

Es verdad esa decisión de cambiar tiene que salir de nosotras y asi el Espíritu Santo viene al encuentro nuestro y coloca las fuerzas para realzarlo.

Unknown dijo...

Asi es Señora la de sicion de cambio viene de uno u uno ntiene que mostrar para DIOS cual importante es uno ser sellado por su Esdpiritu y para que uno lo qauiere DIO no impide que su Espiritu sea desramado es uno quien impide o se da para el.

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