Cuando termine mi curso, hice
una pasantía de tres meses en una empresa. En el recorrido yo siempre pasaba
por una calle llena de comercios en el centro de Puerto. Era una larga avenida
repleta de tiendas y muy concurrida.
Siempre había algunos vendedores
ambulantes y también personas menos favorecidas pidiendo limosna en la calle.
Pero entre aquellas mujeres, una me llamaba la atención, yo la veía todos los
días allí sentada en el piso con un niño. Una escena difícil de ver. Si ya
duele ver a un adulto pidiendo, imagine a un niño, siendo que ésta era
visiblemente enferma.
Aquello comenzó a incomodarme,
yo necesitaba hablar de Jesús para ella. Pero ¿Cómo? Ella siempre estaba
rodeada de gente que pasaba por allí y algunos paraban para dejar limosnas
¿Cómo haría para conseguir que ella me oyese?
Los días se pasaban y continuaba
viendo aquella triste escena, diciéndome a mí misma “necesito hacer algo”.
Cierto día yo me dije: “de hoy
no pasa, yo voy a hablar con ella”. Y así hice, en el camino de regreso, yo me
acerque y le hice una invitación para que ella fuera a la iglesia a buscar una
solución para su vida y le dije: su hijo puede ser curado. Pero ¿saben cuál fue
la reacción de ella?
Comenzó a gritarme diciéndome que
ella ya tenía su religión y que no le fuera
a hablar de otra iglesia, pero todo eso a los gritos…
Como pueden imaginar, aunque
hice lo correcto, me sentí muy avergonzada, pues las personas me miraban y ni
se lo que pensaron que le dije a esa pobre mujer. Pero dentro de mí quedé en
paz, sabía que había hecho lo que Dios quería.
Es muy triste cuando vemos a las
personas sufrir, conocemos la solución para la vida de ellas, pero ellas mismas
se rehúsan a aceptar. Prefieren seguir en el fondo del pozo antes que renunciar
a la religiosidad y abrir su mente y corazón para Aquel que le puede salvar, el
Señor Jesús.
Pero eso no me hizo desistir de
evangelizar, porque algunos no acepten las buenas nuevas del evangelio, no
significa que vamos a callarnos y dejar de esparcir el bien.
Esa no fue la única vez que
recibí un “no”, muchas otras veces las personas no quisieron oír, cerraban la
puerta en nuestra cara, se burlaban, hacían de cuenta que no oían, etc.
Mientras tanto debemos seguir
haciendo lo que el Señor Jesús nos enseñó. Claro, siempre con educación, nunca
queriendo impones nuestra fe a nadie ni faltando el respeto a la creencia de
cada uno.
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el
evangelio a toda criatura.” Mc 16.15
Que cada una pueda contribuir y
hacer su parte. Y usted, ¿ya paso por algo semejante? ¡Cuéntenos!
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2 comments:
El primer día que salí a evangelizar. Quise entregar un diario para un señor y me empezó a decir cosas en contra de la Iglesia y a querer debatir adelante de todos. Esto fue hace más de 10 años y todavía me acuerdo jeje! Pero como Ud dijo, no me hizo desistir
La verdad que no como a usted.pero si me rechazaron faltando el respeto ..gritando pero yo callada.y otras cerrando la puera en la cara tirando el diario .bueno sigo ayudando ..pero muchas veces Dios tocaba mi corazon para evangeliazar a alguien .y no lo hacia .no se ni por que .pero lo triste que en el tiempo no los vi mas..
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