Marta, María y Lázaro eran hermanos
y creían en el Señor Jesús. Ellos siempre Lo recibían en su casa juntamente con
Sus discípulos y le ofrecían hospitalidad.
Podemos entonces decir que eran
personas que hacían parte de la Iglesia y eran amigos íntimos del Señor Jesús,
a quienes Él amaba.
Mucho se habla de Marta y María, y
realmente existía una gran diferencia entre ellas.
Lo que me llama la atención entre
las hermanas era que Marta estaba siempre preocupada en hacer muchas cosas,
mientras que María estaba a los pies de Jesús.
En el mundo agitado en el que
vivimos hoy, eso puede enseñarnos mucho.
De repente hoy usted va a descubrir que ha
sido más Marta que María, aun creyendo en el Señor Jesús.
¿Pero cuál era el secreto de María
que la llevó a recibir un elogio del Señor Jesús? ¿Qué es lo que ella hacía de
tan especial?
* Para oír y aprender Sus enseñanzas,
María estaba a los pies de Jesús:
“Tenía ella una hermana llamada María
que, sentada a los pies del Señor,
escuchaba lo que él decía.” Lucas 10.39
* En los momentos de dolor y sufrimiento,
María se lanzaba a los pies de Jesús:
“Cuando María llegó a dónde estaba
Jesús y lo vio, se arrojó a sus pies y le dijo:
―Señor,
si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.” Juan 11:32
* Para adorarlo, María iba a los
pies de Jesús:
“María
tomó entonces como medio litro de nardo puro, que era un perfume muy caro, y lo
derramó sobre los pies de Jesús, secándoselos luego con sus cabellos. Y la
casa se llenó de la fragancia del perfume.” Juan 12:3
Ambas eran de la Iglesia, pero una
llamaba la atención de Jesús por su entrega, por siempre colocarlo en primer
lugar, por saber establecer prioridades.
Debemos comprender que Dios tiene
más interés en nosotros que en nuestro servicio.
Muchas de nosotras nos preocupamos
en realizar muchas cosas en la Obra de Dios, queremos estar ocupadas, sentirnos
útiles y pensamos que eso va a suceder si trabajamos mucho, realizamos muchas
tareas o tenemos muchas responsabilidades.
Muchas hasta se jactan diciendo
cuántas responsabilidades poseen, su lista gigantesca de quehaceres. Pero por
no tener comunión con Dios lo que hacen por amor acaba siendo un peso y siempre
andan irritadas, agitadas y murmurando.
Hacer mucho no es sinónimo de
espiritualidad.
Pero lo que verdaderamente es
importante y hará la diferencia en nuestras vidas es el tiempo que pasamos a
los pies de Jesús.
Los momentos que separamos para
estar a solas con Él, ya sea para oír Su voz, para buscar consuelo en los
momentos difíciles o para adorarlo.
Esa era la gran diferencia entre las
dos hermanas, mientras una quería HACER mucho, la otra buscaba SER mucho.
En cuando una andaba distraída y
ocupada con muchas cosas, la otra tenía comunión con Dios.
Muchos creen en el Señor Jesús, pero
no todos tienen vida con Dios, ni todos poseen esa intimidad con Su Señor, y
eso es lo que Él más aprecia en nosotros.
No sirve de nada ir a la Iglesia y
creer en Dios si no existe esa aproximación con el Señor.
Y usted, ¿Ha sido una Marta o una
María?
2 comments:
Muy bueno este artículo Mrs.Tania.
Muchas gracias!
Muy bueno
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