lunes, 28 de agosto de 2017

Mi historia 6: “El Libro de los descubrimientos”


Después de un tiempo en la Iglesia escuchando al pastor enseñando que debíamos tener una Biblia, nosotros compramos una. Era mi primer Biblia y estaba entusiasmada para saber lo que estaba allí escrito. Lo que yo no imaginaba era lo que iba a descubrir en las páginas de aquel Libro, que vendría a revolucionar todo lo que yo había aprendido hasta allí.
Me acuerdo de que leía todos los días a la noche antes de dormir, no conseguía irme a dormir sin leer la Palabra de Dios. Comencé por el Nuevo Testamento, leyendo los Evangelios.
Cuanto más leía, más conseguía ver la mentira en la que vivía, todo hasta allí había sido una farsa.
Pero a cada versículo, mi corazón se alegraba, pues veía que todo lo que el pastor predicaba en el Altar estaba de acuerdo con aquella Palabra. Todo lo que se hacía en la Iglesia tenía base bíblica, eso venía a confirmar que ese era el lugar cierto. A veces yo leía y mostraba mi madre: “mira aquí, es como se hace en la iglesia” jajaja, yo quedaba feliz.
Y ciertas veces yo hasta lloraba leyendo de tan fuerte que era la Palabra.
Me acuerdo de quedar indignada por nunca haber leído antes, por haber aceptado muchas enseñanzas y rituales religiosos sin fundamento bíblico y nunca haber cuestionado nada ¡Llegaba a sentir rabia de aquellos que enseñaban puras mentiras a las personas!
Recuerdo muy bien de un trecho que leí y fue un gran descubrimiento para mí:

 “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.”  Juan14.13

Yo debería orar y pedir a Dios en el nombre de Jesús. Yo nunca había orado usando el nombre del Señor Jesús, pero desde el día que aprendí, comencé a practicar eso.
Otra palabra que el pastor leyó en la Iglesia y vino a sacudir la base de todo lo que me habían enseñado desde niña, fue el Salmo 115:4-8

“Los ídolos de ellos son plata y oro, obra de manos de hombres. Tienen boca, mas no hablan; tienen ojos, mas no ven; orejas tienen, mas no oyen; tienen narices, mas no huelen; manos tienen, mas no palpan; tienen pies, mas no andan; no hablan con su garganta. semejantes a ellos son los que los hacen, y cualquiera que confía en ellos.”

Descubrí que era una idólatra, creía en tantos dioses que eran simplemente imágenes hechas por manos de hombres, en lugar de depositar mi creencia y confianza en el único Dios verdadero.
Pero en ese mismo día, al volver a casa tomé una actitud, a partir de aquel día yo solamente iba a creer en el Dios de la Biblia.
Yo sabía los diez Mandamientos resaltado desde los seis años, pero no como están escritos en Éxodo 20. El primer mandamiento estaba resumido en “Amar a Dios por sobre todas las cosas” ¿Y lo demás? ¿Y la parte importante de “no tendrás otros dioses delante de mí”? Nunca tuve conocimiento de eso.
Cierta vez el pastor enseñó sobre el bautismo en las aguas, “es bautismo es remisión de pecados”, decía él, “sólo puede ser realizado cuando la persona consigue discernir el bien y el mal, el bautismo de bebes no es bíblico, ¿qué pecado tiene un bebe? El Señor Jesús fue presentado al Templo cuando nació, y se bautizó a los treinta años.
Otro gran descubrimiento, realmente todo estaba mal conmigo. Yo era apenas una religiosa que no tenía nada de Dios, una ignorante espiritualmente hablando.
A través de la Biblia yo fui también conociendo sobre el Señor Jesús, cómo Él se comportaba, lo que hizo cuando estuvo entre nosotros, su amor y misericordia. Yo estaba enamorada de Jesús, cada pasaje que leía sobre Él me hacía admirarlo más, ¡que maravilloso es Él!
Todo lo que me enseñaban en la iglesia era mostrado en la Biblia, y yo nunca cuestioné la Palabra de Dios.
Cuando fue explicado sobre la idolatría yo lo acepté, cuando fue hablado del bautismo en las aguas, yo entendí rápidamente, cuando fue enseñado sobre el diezmo, concordé de inmediato.
Estaba escrito, no había espacio para dudas o preguntas. Era la Palabra de Dios y debía ser respetada y obedecida. Es una cuestión de inteligencia, si creo en la Palabra, simplemente la obedezco y no la cuestiono.
Así fui andando, leyendo de a poco, aprendiendo y poniendo en práctica. Algunas cosas demoraron algún tiempo para tomar conocimiento, pero fue maravilloso tener contacto con la Palabra de Dios por primera vez.
Yo amaba leer la Biblia, aunque no podía entender todo, yo me esforzaba para tirar el máximo provecho posible y así me iba aproximando a Dios.
Recuérdese que en aquella época no había la información que disponemos hoy, no había programas de la Iglesia en la TV, blogs, etc. A penas teníamos las reuniones de la iglesia para ir aprendiendo las cosas de Dios.
Y usted ¿cómo fue su primer contacto con la Palabra de Dios? ¿Consigue recordar?


Con mi Bíblia del aniversario de 40 años de la Universal! La Palabra de Dios sigue siendo mi brújula.






1 comments:

Anónimo dijo...

Que lindo post! Tan sincero y honesto. De verdad es el secreto de la felicidad.

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