miércoles, 4 de marzo de 2015

Lo que aprendí en el Ayuno de Daniel – 3 ejemplos de fe



Hola amigas, ¿como están? Se terminó el Ayuno de Daniel, ¿y cómo fue para usted? Para mí fue una bendición, Dios me enseñó tantas cosas. Una maravilla. Y hoy, quiero escribir exactamente de una de las cosas que Dios me enseñó en este ayuno.

Lean conmigo este versículo: Habló Nabucodonosor y dijo: Bendito sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego que ha enviado a su ángel y ha librado a sus siervos que, confiando en El, desobedecieron la orden del rey y entregaron sus cuerpos antes de servir y adorar a ningún otro dios excepto a su Dios.” Daniel 3:28

¡Amigas, vean que fuerte es este versículo! El rey reconoció que Sadrac, Mesac y Abed-Nego eran de Dios debido a la ACTITUD que tuvieron ante un ENORME problema. Era la vida de ellos que estaba en juego, y aun así, como dice el rey, prefirieron entregar sus cuerpos antes que negar a Dios. Ahora, vamos traer eso para nuestro día a día ¿Cuántas veces queremos hacer nuestra voluntad con cositas insignificantes? ¿Cuántas veces negamos a Jesús por querer que nuestro yo prevalezca? ¿Cuántas veces Jesús nos pide algo tan pequeño comparado a la vida que esos 3 hombres de fe pusieron en riesgo,  no tenemos fe para dar? ¿Cuántas bendiciones podríamos haber alcanzado ya – incluso el bautismo con el Espíritu Santo y la liberación – si no fuese nuestra carne, nuestro yo prevaleciendo?

Todo lo que Dios nos pide no es para beneficio de Él o porque Él necesite de algo nuestro, pero todo es para nuestro propio beneficio. Dios espera que confiemos plenamente en Él, y no retener alguito para nosotras mismas. Dios quiere bendecirnos grandemente, pero, ¿cómo Él puede bendecir quien no tiene fe ni valentía para entregar lo mínimo que Él pide? Es como cuando usted necesitar hacer una operación, pero no confía en el doctor al 100% y aun estando en la  mesa para la operación, no dejas que el doctor use el bisturí ni que le toques, entonces, ¿cómo él podrá operarle? Imposible, ¿verdad? De la misma manera que para algunas cosas nosotras confiamos 100% (como en el caso del doctor y la operación) tenemos que confiar en Jesús también.

Amigas queridas, ¿De qué le ha servido hacer su propia voluntad o su querer todo ese tiempo? ¿Qué beneficios usted ha obtenido por ponerse en primer lugar? Ahora piensen conmigo: Dios nos pide que confiemos en Él, que hagamos lo que Le agrada, que neguemos nuestra carne (que solo nos pide lo que no sirve y desagrada a Dios) y nos esforcemos (que en realidad no es difícil) para obedecerlo, para que Él pueda cumplir sus promesas en nuestra vida. Mis flores, ¿qué estamos esperando para hacer eso? No vamos a perder más el tiempo, seamos como Sadrac, Mesac y Abed-Nego que no negaron a Dios y prefirieron confiar en Él a punto de entregarse a la muerte. Seamos sabias amigas, y hagamos lo que es correcto y no lo que sentimos o lo que nuestra carne nos pide. Semana que viene voy a dar continuidad a esa meditación.


Que Dios me las bendiga mucho, many kisses y hasta semana que viene.
Juliana Furucho

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