Hola amigas, ¿como están? Se
terminó el Ayuno de Daniel, ¿y cómo fue para usted? Para mí fue una bendición,
Dios me enseñó tantas cosas. Una maravilla. Y hoy, quiero escribir exactamente
de una de las cosas que Dios me enseñó en este ayuno.
Lean conmigo este versículo: “Habló Nabucodonosor y dijo: Bendito sea el Dios de
Sadrac, Mesac y Abed-nego que ha enviado a su ángel y ha librado a sus siervos
que, confiando en El, desobedecieron la orden del rey y entregaron sus cuerpos
antes de servir y adorar a ningún otro
dios excepto a su Dios.” Daniel 3:28
¡Amigas, vean
que fuerte es este versículo! El rey reconoció que Sadrac, Mesac y Abed-Nego
eran de Dios debido a la ACTITUD que tuvieron ante un ENORME problema. Era la
vida de ellos que estaba en juego, y aun así, como dice el rey, prefirieron
entregar sus cuerpos antes que negar a Dios. Ahora, vamos traer eso para
nuestro día a día ¿Cuántas veces queremos hacer nuestra voluntad con cositas
insignificantes? ¿Cuántas veces negamos a Jesús por querer que nuestro yo
prevalezca? ¿Cuántas veces Jesús nos pide algo tan pequeño comparado a la vida
que esos 3 hombres de fe pusieron en riesgo,
no tenemos fe para dar? ¿Cuántas bendiciones podríamos haber alcanzado
ya – incluso el bautismo con el Espíritu Santo y la liberación – si no fuese
nuestra carne, nuestro yo prevaleciendo?
Todo lo que
Dios nos pide no es para beneficio de Él o porque Él necesite de algo nuestro,
pero todo es para nuestro propio beneficio. Dios espera que confiemos
plenamente en Él, y no retener alguito para nosotras mismas. Dios quiere
bendecirnos grandemente, pero, ¿cómo Él puede bendecir quien no tiene fe ni
valentía para entregar lo mínimo que Él pide? Es como cuando usted necesitar
hacer una operación, pero no confía en el doctor al 100% y aun estando en
la mesa para la operación, no dejas que
el doctor use el bisturí ni que le toques, entonces, ¿cómo él podrá operarle?
Imposible, ¿verdad? De la misma manera que para algunas cosas nosotras
confiamos 100% (como en el caso del doctor y la operación) tenemos que confiar
en Jesús también.
Amigas
queridas, ¿De qué le ha servido hacer su propia voluntad o su querer todo ese
tiempo? ¿Qué beneficios usted ha obtenido por ponerse en primer lugar? Ahora
piensen conmigo: Dios nos pide que confiemos en Él, que hagamos lo que Le
agrada, que neguemos nuestra carne (que solo nos pide lo que no sirve y
desagrada a Dios) y nos esforcemos (que en realidad no es difícil) para
obedecerlo, para que Él pueda cumplir sus promesas en nuestra vida. Mis flores,
¿qué estamos esperando para hacer eso? No vamos a perder más el tiempo, seamos
como Sadrac, Mesac y Abed-Nego que no negaron a Dios y prefirieron confiar en
Él a punto de entregarse a la muerte. Seamos sabias amigas, y hagamos lo que es
correcto y no lo que sentimos o lo que nuestra carne nos pide. Semana que viene
voy a dar continuidad a esa meditación.
Que Dios me
las bendiga mucho, many kisses y hasta semana que viene.
Juliana Furucho
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