Dando continuidad al post de la
semana pasada, hoy explicaré cómo cambié y recibí el Espíritu Santo.
Después de haberme dado cuenta que
era respondona, malcriada y rebelde, entendí que necesitaba cambiar. Claro que
le pedí a Dios que me ayudara, que me diera fuerzas y me dirigiera, pero
también sabía que YO necesitaba tomar la actitud de cambiar. DECIDI que sería diferente, que no sería más
de la manera que era, porque quería ser una buena hija, dar buen ejemplo, y por
encima de todo, quería agradar a Dios. Entonces, comencé a vigilarme. Cuando mi
mamá me mandaba a hacer algo y venían las ganas de responderle, yo me contenía
y no respondía, cerraba mi boca y no hablaba nada. Cuando venían las ganas de
pelear, de quejarme por todo, yo simplemente bajaba mi cabeza y quedaba quieta.
YO decidí cambiar, era yo la que me controlaba, la que cerraba mi boca para no
responder, no fue Dios que me cambió, Él me ayudó, pero quien tenía que callar,
bajar la cabeza y tragar el orgullo, fui yo. Y Dios viendo mi actitud de querer
cambiar, viendo ese esfuerzo de negar mi carne para agradarlo, hizo Su obra
dentro de mí. Entonces, hubo el nuevo nacimiento.
Dios no la cambiará mi amiga, eres
tú quien tiene que ser fuerte y querer con todas sus fuerzas cambiar. Y no me
diga que no tiene fuerzas, porque no es verdad.
¿Quieres ver cuánta razón tengo? Un ejemplo: En su trabajo, viene el
jefe, reclama de lo que hiciste, te regaña y hasta en algunos casos él te
humilla, ¿qué es lo que haces? ¿Buscas vengarte? ¿Responderle? ¿Discutir con
él? ¡Claro que no! Porque sabes que si lo hicieses, perderás el empleo, ¿no es
así? Entonces, ¿cómo es que tienes fuerzas para quedar callada en aquel
momento, pero no tienes fuerzas para no pelear con tu esposo, hijo, madre, etc?
¿Cómo es que no consigues controlarte? ¿Cómo es que para algunas cosas lo
logras y para otras no? Entonces amigas, poder podemos, ahora lo que realmente
hace la diferencia es nuestro verdadero querer. Si tú quieres cambiar, lo
logras, pero si aún crees que tienes toda la razón de ser así como eres y que
los demás son los que deben cambiar, entonces puedes tener certeza que su vida
va a continuar de la misma manera. Y también es necesario un esfuerzo de
nuestra parte para agradar a Dios, porque si no consideras a Dios como alguien
más importante que tu jefe, para quien tu consigues quedar callada sin
responder, entonces es por eso que no logras cambiar, pues para ti, Dios aún no
es tan importante, aún no reconoces la magnificencia de Dios. Pero en el día en que tú reconozcas cuán
grande y poderoso es Dios, entenderás que todo tu esfuerzo por cambiar aún no
será nada para mostrar a Dios cuán importante
es Él para ti. Entonces, es ahí que Dios viene y hace la Obra en tu vida.
Continuamos la próxima semana.
Lectura de esta semana: Juan 4
Que Dios las bendiga,
Many Kisses
Juliana Furucho
2 comments:
No es Dios quien cambia a uno es uno mismo. Dios solo ayuda, dirigiendo y dando fuerzas.
Yo esperaba que Dios me cambiara y ahora aprendí que soy yo la que tengo que cambiar sacrificando mi voluntad.
Quien tiene la obligacion de cambiar no es Dios, si no nosotros mismos quien decidimos cambiar y llamar la atencion con nuestras actitudes, para que asi Dios comience hacer su obra en cada uno de nosotros.
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