jueves, 7 de julio de 2016

El césped del vecino



¿Por qué ella puede y yo no? ¿Por qué ella tiene cabello lacio y yo no? ¿Por qué mis padres no son como los padres de fulana? ¿Por qué le dieron a ella tal responsabilidad y a mí no?

¿Se dieron cuenta que en el mundo las comparaciones son cada vez mayores? Se compara el físico, condición financiera, escolaridad, inteligencia, ¡inclusive la familia! Es una manía que viene enraizada en nosotros y creo que muchas veces es originada en la infancia cuando la madre dice: “¿Por qué tú no eres como tu hermano que se porta bien?” O, “¿Por qué no eres como tu prima, tan inteligente y esforzada en la escuela?” Ya crecemos siendo comparados. Desde ahí comenzamos a comparar nuestra merienda en la escuela, comparamos el cabello de la amiguita, comparamos la mochila, el zapato, y a medida que crecemos, vamos comparando mucho más. Inclusive, muchos hijos les reclaman a sus padres por no tener las mismas cosas que tienen sus compañeros. Nadie quiere tener o ser inferior en la escuela. ¿Pero de dónde viene eso? De la comparación.

Compararnos con los demás nos lleva a los dos extremos: o nos ponemos tristes por no ser/tener lo que fulano tiene o nos creemos “más” porque pensamos que tenemos/somos mejor que fulano. ¿Pero sabes cuál es el problema de la comparación? Que nos lleva a la competitividad y por eso el mundo está como una selva, uno queriendo ser mejor que otro para mostrar que puede. Qué triste realidad es la que vivimos. Si la gente en vez de querer ser mejor que otra, extendiese la mano para ayudar (inclusive dentro de la Iglesia), el mundo no sería el caos que es hoy.

Paremos de comparar la inteligencia. No más comparaciones de biotipos, somos lindas de la maneras que somos y tenemos que aprender a amarnos así; claro que nos vamos a cuidar de la mejor manera posible, pero no para compararnos con nadie, sino porque somos el Templo del Espíritu Santo y queremos agradar-Lo. Basta de comparar con los demás lo que tenemos y lo que no tenemos. No más frases como: “Ella tiene y yo no. Ella es más bonita que yo. Él es más inteligente que yo. La madre de ella es más buena que la mía. El marido de fulana es mejor que el mío”. Estas frases solo traen frustración y parece el hablar de una persona envidiosa y despechada. ¿Sabes lo que tenemos que hacer? Mirar solo para Jesús y para nosotras mismas. Seamos todas mejores personas porque queremos agradar a Dios. Busquemos estudiar y ser inteligentes para ser más útiles en las manos de Dios. Oremos y luchemos por nuestra familia porque son almas y queremos lo mejor para ellas. Lucha por tu vida financiera para que puedas ser testigo vivo del poder de Dios y tener condiciones de ayudar a la Iglesia para llevar la Palabra de Dios hasta los confines de la tierra. Esforcémonos para ser buenas siervas, no para llamar la atención de nadie y muchos menos para alcanzar un puesto, sino para ser usadas grandemente por Dios para la salvación de muchas almas. ¿Notaron la diferencia? Cuando comenzamos a mirar las cosas por ese ángulo, todo es mejor, tenemos más tranquilidad y paz y así no damos lugar para que el diablo coloque envidia, tristeza, decepción, frustración o hasta misma colocarnos contra Dios, pues muchos por haberse comparado con los demás, terminan echándole la culpa a Dios por no haber conquistado todavía lo que desean, así como fulano conquistó; pero en realidad, el error no está en Dios. Cuando tenemos ojos para nosotras mismas, conseguimos ver dónde precisamos cambiar, lo que nos falta para ser mejores y es ahí que Dios puede actuar en nuestra vida, pues así estaremos atentas a Su voz. Les dejo un consejito más: No compares a los demás, pues así como no nos gusta cuando nos comparan, tampoco debemos comparar. Entonces, comencemos ahora, no más comparaciones, ¿ok? ¡Mire solamente para Jesús y para usted misma!
Basta de creer que el césped del vecino es más verde que el suyo, cuide de su césped sin mirar el de él jejeje. Un beso a todas y hasta la semana que viene.
Juliana Furucho

Traducido por: Milena Pignatta

2 comments:

Anónimo dijo...

Hola Sra. Juliana Furucho esta muy bueno el articulo es verdad muchas veces uno queda comparandose con las demas y eso impide de poder mirar a Jesus y es por eso que hay cosas que no se dan debemos como dice el Señor Jesus poner nuestra mirada solo en el.
Marcela Lopez.
Buenos Aires

Anónimo dijo...

Como dice el artículo debemos aprender a mirar más para Jesús y para nosotras mismas sin buscar compararse con nadie

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