Normalmente
cuando las personas cuestionan acerca de su
interior, no acostumbran a decir: yo tengo un corazón duro, mi interior
es corrupto y egoísta, yo escucho la palabra de Dios pero no me preocupo por
guardarla, no tengo intención de practicar lo que aprendo en la iglesia, etc.
Regularmente las personas buscan esconder su corazón y mostrarse inclinada para
las cosas espirituales.
Pero
vamos a ver la explicación de la parábola del sembrador, que está dirigida a
las personas que están dentro de las iglesias, o sea que escuchan la Palabras.
Tal vez usted se sorprenda:
1- "La semilla es la palabra de Dios. La que cayó a la vera del camino son los que la oyeron;
y al continuar el diablo les arrebata
del corazón la palabra, para no no suceda, que creyendo, sean salvos.
Estas son aquellas personas que no tienen una mente
abierta para entender y aceptar la palabra de Dios, y son mucho menos
receptivas para permitir que la misma los transforme.
¿Qué perdemos a la vera del camino? Algo que no
tiene valor, usted nunca encontró sobre una calzada un diamante, por ejemplo.
Digamos que son aquellos que no tienen mucho
interés. Van a la iglesia por costumbre o para agradar a algún familiar, o tal
vez por religiosidad. Este tipo de corazón nunca será transformado, por el
simple hecho de no dejar que el evangelio entre. Entonces es fácil para el
diablo robar la palabra.
2- La que cayó sobre la piedra
son los que, oyendo la palabra, la reciben con alegría; estos no tienen raíz, creen apenas por algún
tiempo y, en el momento de la prueba, se
desvían.
Estos oyen las predicaciones y en la hora quedan
entusiasmados, les gustan mucho, la reciben con alegría y satisfacción, pero
cuando salen de la iglesia se olvidan de todo, tratal la palabra como algo
superficial. O sea, la palabra no es profunda, ¿cómo plantar un árbol sobre una
piedra? No da, pues no tiene raíz para profundizarse.
Entonces, cuando todo está bien, ella aparentemente
está en la fe, pero cuando vienen los problemas, los momentos difíciles, no
tienen sustento y pronto acaban desanimando y desistiendo, y así abandonando la
fe, pues son débiles espiritualmente.
3- La que cayó entre los espinos son los que oyeron y, con el pasar de los días,
fueron sofocados con los cuidados, riquezas
y deleites de la vida; sus frutos no llegan a madurar.
Estos también oyen, pero las cosas del mundo han
hablado más alto, han brillado más a sus ojos, la persona da más atención a sus
deseos carnales, impidiendo que Dios trabaje en su interior. Todo eso sofoca la
palabra que ella recibió, y por eso nunca llega a dar frutos. Los espinos
(pecado), van creciendo y la envuelven, cuando ella se da cuenta, ya se
encuentra acorralada y no logra salir.
4-
La que cayó en la buena tierra son
los que, habiendo oído de buen y recto corazón,
retienen la palara; estos fructifican con perseverancia.
Y por
útlimo, la cuarta parte, son aquellos que oyen, guardan y practican la palabra
de Dios, tienen temor. Estos sí dan fruto, crecen y se desarrollan. Son un verdadero
referencial de Dios. Al contrario de los anteriores, este corazón guarda la
palabra de Dios, como algo precioso que no se puede perder. Deja que la palabra
cree raíces dentro suyo, no se deje dominar por el pecado, sino trate la
palabra con temor y reverencia.
Piense
que el Sembrador (Dios) es el mismo, y la semilla (La Palabra de Dios), es la
misma y lo que cambia es el suelo (el corazón de las personas). Quien va a
determinar si su corazón no es una buean Tierra son sus actitudes en relación a
Dios, eso determinará los resultados.
¿Ya
descubrió qué tipo de corazón ha sido el suyo? De esto depende su vida.
2 comments:
Fuerte el mensaje que Dios nos ha revelado a través de usted Sra. Nuestro corazón debe ser esa buena tierra que permite que la semilla de Dios sea plantada y que con el proceso de Su crecimiento dentro nuestro genere frutos de ello.
Dios le bendiga Sra Tania, saludos desde Barranquilla (Colombia).
Yo pienso que para que una semilla germine, primero la tierra tiene que ser buena y para que eso ocurra hay que abonarla... con oracion, ayuno, y convoluntad de cambiar...logramos ser buena tierra...y dar frutos..
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