Dios nos llamó para que ganemos almas y
hagamos discípulos Suyos. Pero hay personas que quieren ganar al pueblo para sí
mismos, piensan así: “Voy a prosperar mi reinado, no importa el que venga después
para quedarse en mi lugar. Mientras este en esta
iglesia me voy a preocupar con el éxito de mi reinado.”
Tenemos un buen ejemplo en la Biblia de alguien que actúo de esta
forma carnal: Absalón. Él
quería ganarse a las personas para él, por causa de esto causo una gran
destrucción entre el pueblo de Israel.
A él, en realidad no le preocupaba el bien
del pueblo, lo que quería era usurpar el trono de David, su padre. Estaba
pensando en él mismo, en ningún momento pensó en el pueblo.
Para empeorar la situación, ponía al
pueblo en contra del rey diciendo que al rey ellos no le importaban. ¿Y no es
eso lo que vemos hoy en día también?
Y no son pocos los que viven así, todo lo
que hacen, lo hacen pensando en ellos mismos, en su triunfo, en ser queridos y
admirados por las personas, pero no se preocupan por hacer que esas personas
lleguen hasta Dios y Lo teman y admiren.
Y esto es para todos nosotros, no sólo para
los que sirven en el altar.
Lea atentamente, es muy fuerte:
“Se levantaba Absalón de mañana y se ponía a un lado
del camino junto a la puerta, y a cualquiera que tenía pleito y venía ante el
rey a juicio, Absalón lo llamaba y le decía: «¿De qué ciudad eres?» Él
respondía: «Tu siervo es de una de las tribus de Israel.»
Entonces Absalón le decía: «Mira, tus palabras son
buenas y justas; pero no tienes quien te
oiga de parte del rey.»
Y añadía Absalón:
«¡Quién me pusiera por juez en el país,
para que vinieran ante mí todos los que tienen pleito o negocio, y yo les haría
justicia!»
Cuando alguno se acercaba para postrarse ante él,
le tendía la mano, lo abrazaba y lo besaba.
De esta manera hacía
con todos los israelitas que venían ante el rey a juicio; y así les robaba Absalón el corazón a los de Israel.” 2 Samuel 15:2-6
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