Cuando yo era adolescente, mi familia y yo fuimos a vivir en Japón. Tuve entonces que ir a la escuela de allá, aun sin hablar japonés y convivir con ellos. A los japoneses no les gusta mucho los inmigrantes y muchos de ellos son racistas. Y eso lo pude comprobar en carne propia. En la escuela fui victima de bullying y fui muy rechazada. Constantemente oía que era fea, que no me encajaba allá, que era la más fea de la escuela, la gorda, la de pelo malo y muchos otros insultos que no valen la pena relatarlos aquí. Y todo eso me fue causando un dolor muy grande adentro de mi, haciendo que mi autoestima bajara hasta el piso.
Con tantas palabras negativas e insultos empecé a creer de verdad que era gorda y fea. Hacia muchas dietas para intentar parecerme con las japonesas, pero mi estructura corporal no era igual la de ellas y por más flaca que me quedase, jamás me iba a ver como una japonesa y eso me frustraba. No conseguía parecerme a ellas y a cada día que pasaba me sentía más fea. Y debido a que no me parecía a ellas, era muy rechazada.
Todo eso me llevó a ser una muchacha cerrada, avergonzada, que me escondía detrás de cualquier ropa y no me preocupaba en arreglarme, pues pensaba que nada podría ayudarme a verme mejor. Pensaba que era fea y ya no tenía más remedio, que infelizmente había nacido así. Empecé a crecer así, triste, frustrada, avergonzada, pensando que era la peor de todas y la más fea. Me sentía sin ningún valor.
Pero cuando empecé a buscar de verdad a Dios, cuando lo conocí y me entregué a Él 100%, todo empezó a cambiar. Dios me mostró que yo era importante para Él, que tenía un gran valor, pues Jesús había dado su propia vida por mí, eso me hizo razonar y entender que era importante para Él.
Luego la tristeza salió de mi corazón, la frustración desapareció, mi autoestima subió y poco a poco fui perdiendo la timidez. Hoy puedo decir que soy muy feliz, tengo paz, alegría, me siento bien conmigo misma, aprendí a amarme, a quererme, a valorarme y puedo también pasar eso a todas las personas a mi alrededor. Dios cambió mi interior y me hizo una nueva mujer, más segura de mi misma y cierta de que soy muy valiosa!
Juliana Furucho
Seguimos con mas historias aquí en el blog! Y no se olviden, las esperamos el 19 de Abril en el día Universal de la Mujer, en todas las Iglesias Universal.
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