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El pastor siempre buscaba el
Espíritu Santo en las reuniones, y cierta vez mientras íbamos a evangelizar,
una obrera comenzó a hablar sobre el tema.
Yo me interesaba, pero ni lo creía
posible ¿Cómo algo tan Santo y Puro habitaría dentro de mi, tan falla y
pecadora? ¿Cómo era posible hablar en lenguas extrañas como el pastor? Eso era
algo realmente sobrenatural y con certeza para personas muy especiales ¿Cómo
eso sucedería conmigo?
Aquí estaba la respuesta al porqué
aún teniendo más de un año de Iglesia, ¡yo aún no era bautizada con el Espíritu
Santo! ¡Simplemente porque yo no creía!
Cuando no creemos en algo ¿Cómo
vamos a alcanzarlo? Yo sólo puedo recibir si yo creo; si no hay fe, no hay
milagro.
Yo necesitaba entender cómo
acontecería, cómo Dios lo haría, yo sólo necesitaba creer y dejar mis emociones
de lado.
De una cosa yo estaba segura, yo
necesitaba de un Salvador, sin El yo seguiría perdida. La Palabra era bien
clara:
“Jesus respondió : De cierto, de
cierto os digo, quien no naciere del agua y del Espíritu, no entrará en el
reino de Dios.” Juan 3.5
De nada servía estar dentro de la
Iglesia y seguir fuera del Reino de Dios. Yo ya me había bautizado en las
aguas, pero yo no había nacido del Espíritu.
Cuando creí que era posible para
todo aquel que cree, vi mi necesidad y me propuse a buscarlo con todas mis
fuerzas.
Recuerdo que ayuné, ore, yo quería
mostrar para Dios que lo quería de verdad y más que cualquier otra cosa.
En el verano de 1993 fuimos de
campamento, en las vacaciones siempre íbamos con mis padres a algún lugar pero
ese año fue diferente, yo no me iba a desviar de mi objetivo. Recuerdo que me
despertaba todos los días a las seis de la mañana e iba a la playa aún desierta
a buscar el Espíritu Santo solita.
El pastor realizaba una reunión
todos los domingos a las dieciochos horas para obreros y candidatos, la cual yo
participaba. En Septiembre en una de esas reuniones, mi respuesta llegó ¡Algo
sobrenatural aconteció y yo recibí el Espíritu Santo! Una paz inmensa invadió
mi ser, una alegría, una fuerza extraordinaria. A partir de aquel día yo tuve
certeza de que Dios era conmigo, ¡ya no estaba más sola! ¡Que maravilla!
Esa era la mayor señal ¡la
certeza!
Yo estaba tan feliz, me sentía
súper poderosa jajaj.
Con el Espíritu Santo en mi vida
todos los complejos acabaron, todos aquellos sentimientos negativos acerca de
mí misma desaparecieron. Nunca más tuve “problemas” con mi cuerpo, ya no me
sentía inferior a las demás personas. Mi interior fue transformado.
El deseo de servir a Dios nació,
aquella joven que antes no quería ser obrera, ahora deseaba ser usada en Su
Obra. Claro que ni imaginaba ser esposa de pastor, yo quería apenas servir como
obrera y ayudar a las personas.
Además de participar los domingos
por la mañana, yo continué participando en la reunión de las dieciocho horas
¡yo quería más!
En el próximo post hablare de
cuando fui levantada a obrera.
Y usted ¿ya fue bautizada con el
Espíritu Santo? ¿Qué está haciendo al respecto?
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