Jesús está regresando, ¿y usted está lista?

Imagine un día, en el que usted está dentro de la Iglesia y de repente, algunas personas desaparecen, el pastor desaparece y todos se quedan desesperados diciendo y lamentándose: “Jesús volvió y me quedé.” ¿Pueden imaginar cuán triste será? Y es de eso que voy hablar hoy amigas.

Estamos viendo muchos acontecimientos hoy en día que ya fueron relatados en la Biblia como señales del fin, y yo creo que son señales que Dios nos está dando para Su venida, que está muy cerca. ¿Y si Jesús regresara hoy, usted iría con Él? Medite unos minutos amiga, evalúe dentro de usted si hay una duda de su salvación. Después de esta meditación, ¿hay alguna duda? ¿Por qué? ¿Qué usted ha hecho de errado que te pone dudosa? ¿Qué cosas usted no está consiguiendo dejar por Jesús? ¿Qué te falta? Amigas, ahora voy hacerlas pensar un poquito más: Esa malicia que hay dentro de su corazón, esa pereza de buscar a Dios y de leer la Biblia, ese rencor, esos malos ojos que usted pueda tener en contra de alguien, esa duda que el diablo pone en su mente y usted no consigue vencerla, ese mal carácter, ese orgullo, los deseos y curiosidades del mundo, los vicios, mentiras, vida errada, sea lo que sea, ¿será que todo eso vale más que su salvación? Porque por causa de esas mínimas cosas, de esas insignificancia comparadas con el Reino de Dios, comparado con la maravilla y la certeza de la salvación, ¿usted se va a dejar vencer? Amigas, usted tiene el poder de vencer TODO eso, esa fuerza está dentro de usted y se llama: FE, sumada con la FUERZA DE VOLUNTAD, DETERMINACIÓN, QUERER. Solo depende de usted mi querida. No permita que el diablo robe lo más valioso que usted puede obtener: su Salvación. Luche, esfuércese, sea determinada y VENZA lo que tenga que vencer para recibir su salvación.

Ahora quiero que usted use un poquito su imaginación. Imagine el día en que Jesús venga a buscarte y te diga: “Mi hija querida, usted venció la carrera, entre en el gozo eterno conmigo, sea bienvenida mi amada, a su nuevo hogar.” Y te da un abrazo apretado. Imagine los ángeles dándote la bienvenida al cielo. ¡Qué día mas lindo será! Yo anhelo ese día con todas mis fuerzas. Pero no quiero ir sola, quiero que TODAS ustedes que siempre están aquí leyendo los posts vayan conmigo también. De la misma manera, imagine ahora cómo va a ser el mundo después que Jesús regrese. El caos, la tristeza, el desespero de aquellos que oyeron tanto hablar para cuidar de su salvación y por tan pequeñas cosas acabaron quedándose. El remordimiento y el arrepentimiento va a doler mucho más que cualquier otra cosa, pues tuvieron la oportunidad y la dejaron pasar por un simple orgullo, por una pereza o por simplemente no dar el debido valor a la salvación. O peor aun, si la persona se muere sin la salvación, ¿quién cree usted que va a venir reclamar esa alma? Será muy triste ver la cara del diablo al contrario de ver el lindo rostro de nuestro Señor Jesús viniendo buscarnos. Imaginen la escena: su alma despegándose del cuerpo y lo primero que ve son tinieblas, la cara más fea que usted ya vio, pegándote, insultándote y jalándote con fuerza y violencia para el infierno, riéndose de su cara porque usted no dio oídos a todo lo que oyó en la Iglesia. ¿Ya imaginó? 

Ahora imaginemos lo contrario: usted levantándose y viendo el brillo, la luz de Jesús, ángeles lindos esperándote para llevarte al lugar más hermoso, más perfecto, más lleno de paz y de amor que nuestros ojos jamás hayan visto. Ahh, qué día va a ser ese día. Por eso amigas, vamos cuidar ahora, HOY de nuestra salvación. Perdone, limpie su corazón, humíllese en la presencia de Dios, arranque ese orgullo maldito que no te deja entregarse por completo, venza lo que tenga que vencer para estar en día con su salvación. ¿Amén? Estaré orando en el Altar por cada una de ustedes, por eso, dejen sus comentarios para que yo pueda agarrar sus nombrecitos para orar por cada una, ¿Ok? Amigas queridas, ¿vamos luchar por nuestra salvación? ¡Cuéntenos sus experiencias!

¡Un beso grande a todas y vamos juntas en la fe!

Dios me las bendiga grandemente.

Juliana Furucho