Bien, para quienes no hayan
leído mi testimonio aún, hagan click aquí, para quien ya lo leyó voy a dar
continuidad...
Cuando volví, yo estaba
indignada, quería hacer la diferencia, fue como si tuviese esa misión de
restituir todo aquello que me había sido robado...
No quedé ni por un minuto
mirando para atrás, ¡¡no había tiempo!!
Muchas dicen, pero si ni
consigo volver, ser obrera de nuevo
mucho menos...
Tengo que decirle a usted
que piensa así, es un pensamiento y sentimiento del infierno, pues sí podemos
volver y servir si es ese nuestro deseo, así o mucho mejor de lo que fuimos
antes.
El primer paso, y el más
difícil, es reconocer nuestro estado, abandonarlo y después perdonarnos a
nosotras mismas, pues el diablo quedará acusándonos para desviarnos del foco…
Pero nunca se olviden de un
arma poderosa que tenemos; si el diablo nos viene a acusar con nuestro pasado, podemos nosotras
recordarle el futuro de él…
Amiga, no pierda más tiempo
en la auto-compasión, ni se condene, pues si Dios nos perdona ¡¿para qué quedar
removiendo aquello que Él mismo ya lanzó al mar del olvido?!
Dé una vuelta de tuerca hoy
en su vida, ¡todo comienza con nuestra actitud!
Y vaya en frente, por
experiencia propia, ¡¡mi nuevo nacimiento y mi reencuentro con Dios fue cuando
yo volví!!
Y desde ahí todo ha fluido
naturalmente, servir a nuestro Dios ha sido algo maravilloso, las experiencias,
son innumerables, las cuales tendré oportunidad de compartir con ustedes
algunas de ellas…
Usted que está en una
situación así, sea humilde, rasgue su corazón en la presencia de Dios sin
reservas, ¡¡vuelva!!
Pues Dios no hace una
mejora, Él hace una transformación…
En el próximo post, ¡¡voy a
contarles como fue ese regreso!!
Cátia Rubim
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