miércoles, 18 de septiembre de 2013

Comportamiento de una novia de pastor- 6



Hola amigas, para finalizar esta serie me gustaría tocar en un punto importante, cuando la familia no apoya su decisión de servir a Dios, para eso sigue el testimonio de mi amiga Cristina, es muy fuerte, les va a ayudar mucho.
“Mi nombre es Cristina Silva y tengo 38 años  y soy  portuguesa de la ciudad de porto. Crecí en una familia muy religiosa, conservadora, fui sometida a una educación muy rígida. Mis padres me pusieron en un internado de monjas, porque en aquella altura según ellos aquel lugar tenía la mejor educación y disciplina. Nuestro hogar era muy conturbado, mis padres peleaban mucho y se agredían físicamente delante de mí y de mi hermana menor.
Fui víctima de agresiones físicas durante mi infancia y eso se prolongó hasta mi adolescencia. Vivía bajo un techo donde reinaba el maltrato y castigos severos.
Eso hizo de mí una joven rebelde, enferma, triste, depresiva, muy tímida y con ganas de matarme, para mí era la solución a todo lo que vivía en casa. Un verdadero tormento.
Hasta el día en que por una invitación de una tía, mi madre se acercó a la Iglesia Universal, y poco después, yo.
Llegué a la Iglesia como un trapo viejo, una joven de 16 años sin perspectivas para el futuro. Allí encontré refugio, era el único lugar donde tenía paz. Yo iba directamente a la iglesia después de la escuela, sólo por evitar convivir con mis padres, fue allí donde conocí a mi Señor Jesús que amo mucho. Vi en el pastor y en su esposa, la familia que yo no tenía, me ayudaron mucho en mi liberación.
Yo cargaba dentro de mi  mucho odio hacia mi padre, y también tenía muchos problemas espirituales, escuchaba voces y veía sombras. Fui liberada de todo lo que me atormentaba.
Poco después vino el bautismo en las agua, me entregué sin reservas y empezó a nacer en mí el deseo de ser obrera. Admiraba mucho a las obreras y quería ser como ellas, veía a las esposas de los pastores y quería ser igual, por sus buenos ejemplos.
Fue entonces que todo empezó a empeorar desde que asumí mi fe.
Los maltratos y abusos por parte de mi padre aumentaron, el me dejaba marcada con manchas negras, y sin fuerzas para reaccionar debido a la fuerza de los golpes. ¡Llegó a romper mi nariz de un puñetazo! Pero yo estaba dispuesta a todo, pues había descubierto mi mayor riqueza y no la dejaría por nada.
Estaba dispuesta a pasar por lo que fuera por amor a Dios y a las almas. El Señor me libró de la muerte varias veces, sabía que Él tenía un plan para mí. En esos momentos yo buscaba fuerzas en Dios, muchas veces buscaba en el baño de la escuela y, de rodillas, pidiendo socorro a Dios. Y era eso  lo que me fortalecía, saber que Dios estaba conmigo y transformaría a mi padre.
Fue entonces que recibí el bautismo con el Espíritu Santo y fui levantada a Obrera, como  mis padres no me daban dinero para comprar mi uniforme, reuní el dinero de mi almuerzo de la escuela durante 2 meses para poder comprar mi uniforme. Mi padre me amenazó a muerte, para que yo deje de servir a Dios, muchas veces me perseguía con unas tijeras para cortar mi uniforme. Llegue al punto de tener que esconderlo entre la tarima de la cama y el colchón, antes de dormir, para que mi padre no descubriese dónde estaba.
Mi sed de ganar almas crecía todos los días, mismo con todo esto conseguí perdonar a mi padre, porque lo veía como una alma. Recuerdo tratar de darle un abrazo y pedirle perdón, pero se mantuvo frío y nunca permitió una aproximación. ¡En la verdad, él vio mi cambio, pero su orgullo era más fuerte que él!
Fue entonces que conocí a mi marido, un pastor joven recién llegado al país y fue una lucha para presentarlo  a mi familia, enfrentamos racismo,  discriminación, y aún más siendo el un pastor, nadie creía en mi decisión, decían que estaba ilusionada y que me habían lavado el cerebro. Yo fui en contra de la religión impuesta por la familia. En realidad, yo sabía quién estaba por detrás de todo, esas voces acusadoras querían desviarme de mi objetivo. Yo fui perseverante, no me deje abatir, la certeza dentro de mí era tan grande que el Espíritu Santo iba a proveer todo, me hacía enfrentar todo con la cabeza erguida.
Tuve momentos de debilidad, sí, de mucho llanto, pero era de indignación contra esa situación y me apoye en mi comunión con Dios. Estoy segura que fue mi dependencia con Dios que me hizo aguantar hasta el final.
Fueron  18 meses muy largos, hasta el día de mi boda. Como novia de pastor procuraba dar un buen ejemplo para las otras obreras y también para mi familia en casa. Todas sabían de mis luchas, pero no traspasaba eso para las personas, por el contrario, yo siempre tenía una sonrisa en mi rostro.
En la víspera de mi matrimonio, mi padre me pego tanto que me dejó marcado los brazos, las piernas, sólo pude proteger mi rostro. Yo soporté todo ese maltrato, pero nunca di un mal testimonio en mi casa, siempre fui obediente, trabajadora, trataba de no dar razones para que mis padres no me apuntasen con el dedo.
Yo estaba definida, determinada en lo que yo quería, pero sabía que para él aceptar al Señor Jesús y a mí,  no podía dar un mal testimonio de lo que aprendía en la iglesia.
Me casé y me fui a hacer la obra de Dios, por otros países (Brasil, Inglaterra, Suecia), actualmente nos encontramos en Portugal. Este año vamos a completar 20 años de casados y somos muy felices.
Nunca abandone el deseo de servir a Dios en el altar, por más difíciles que fueron las circunstancias y todo apuntaba para que yo desistiera, nada me hizo renunciar a mi fe.
Y si te identificas con mi historia, mi consejo es que no te rindas lucha por tus objetivos, asume tu fe y busca la dirección de Dios para hacer lo correcto. ”
Nota: ¿no dije que era fuerte? Para aquellos que no saben, el pr. Rogerio, esposo de Cristina fue quien realizó la ceremonia de mi boda, hace casi 18 años, tengo un gran cariño por ellos, ¡pena que no tengo una foto aquí conmigo para mostrarles!
Si usted también pasa por luchas con su familia por causa de su sueño de servir a Dios en el altar, cuéntenos como ha sido su comportamiento.

2 comments:

Anónimo dijo...

Es muy fuerte!
A mi me pasa algo parecido con mis padres ellos no me golpean ni nada pero ellos no estan de acuerdo.
Ellos van a la Iurd hace 7 años y aun asi no les cae mucho la idea.
Yo quiero ser obrera pues yo comentaba para ellos hacerca de cosas en la Iurd, y ellos me decian que no me meta en esto muy rapido, porque muchos han caido y que ellos no estan muy de acuerdo que suban a obreros e pastores, etc. de tan poca edad yo voy a cumplir 16 años y ellos son como un estorbo dicen que mientras viva en la casa de ellos voy a hacer lo que ellos quieran. Obviamente no les dije nada para no generar mas problemas.
Solo yo dije: Mi Dios yo te quiero servir y mis padres no van a ser un estorbo para que yo te sirva!

Se que Dios va a abrir los ojos de ellos.
Pues aveces no entiendo tengo mi hermano que esta flojo en la fe ha decaido bastante y mis padres le dijieron a el que se pusiera las pilas con Dios, y con mi hermano cuando vamos a la iurd otros dias apartes de las reuniones hay veces en que nos hacen escandalos diciendo que estamos todo el dia en la iglesia,etc.
Aveces mi hermano me dice si voy a iglesia o no voy me retan igual!


Se que es una lucha que yo tengo que vencer!

yamsy dijo...

Muy FUERTE! me senti identificada.. y hoy estaba pensando justamente en si algun dia tomo la decicion de servir en el altar como lo tomaria mi padre.. Ya que el de por si no le gusta que valla mucho a la iglesia a hacer la obra, no me quiero imaginar si me tengo que ir a vivir a otro o pais. Este testimonio me sirvio mucho para pensar y meditar sobre lo que quiero hacer y que tengo que ser fuerte y apoyarme en Dios y ser definida con mis objetivos aunque las luchas me quieran hacer desistir

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