jueves, 18 de noviembre de 2010

Cuando Dios escoge a su otra mitad 2 (continuación):


(continuación del testimonio de Daniela)
Se pasaron unos meses, terminé mi noviazgo y un día vi a un chico en la iglesia y hable con Dios, él es el hombre de Dios que yo quiero, yo estaba encantada. Al mismo tiempo, dije, cómo va a ser él, si utiliza dos aretes en el oído, y se viste como un joven del mundo. ¡Está atado!, dije, desvié mis ojos y nunca más lo vi.
Me hice amiga de la familia de ese muchacho, nuestras madres habían abierto un negocio y empezamos a trabajar juntos, incluso él. Nació una gran amistad y fui cuidando de él y su familia. Entró en el grupo de evangelización, fue bautizado y comenzamos a orar. El problema estaba en que aún no era obrero, las personas, mi pastor, y el obrero con quien había estado saliendo antes, me decían que tuviera cuidado. Comencé a sentir miedo, no quería sufrir más, porque quería a alguien de la misma fe, un obrero de Dios.
Ese mismo día le dije que no quería orar más, lloramos mucho, fue horrible. Pasaron unos meses y él se fue de la iglesia. Se involucró con una mujer casada y yo regresé con aquel obrero de antes. Volvimos de novios una vez más, pero me sentía muy mal, no podía con esa situación y de nuevo terminé con el compromiso, pero esta vez era definitivo dentro de mí.
Pasó un año y aquel muchacho regresó a la iglesia. Empezó de nuevo, se acercó a Jesús, entró en la clase de candidato a obrero y regresamos. Mi madre lo amaba y fue ella quien le habló de mí, pero dijo que había sufrido mucho por mí y que ahora estaba en manos de Dios. Yo confíe, vi, también, que él no estaba en la iglesia más por mí, sino porque quería a Jesús de hecho y de verdad.
Fue levantado obrero, y mientras participábamos de la terapia del amor, el pastor nos llamó al altar y bendijo nuestro noviazgo. No le habíamos pedido, fue Dios bendiciendo porque le deje a Él actuar en mi vida sentimental, sin preocuparme si iba a tardar para ser bendecidos.
Pasó un año de noviazgo, nos casamos y nació el deseo de hacer la obra de Dios en el altar, y hoy ganamos almas para Jesús donde sople el viento.
Tercer consejo: no estés ansiosa por tu vida sentimental, espera en Dios a la persona correcta y no tomes actitudes precipitadas por miedo a quedarte sola.

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