¿Sol o lluvia?

En verano aquí en Miami hace mucho calor y el sol brilla con toda intensidad, pero de repente, el cielo se pone oscuro y cae una tormenta que agarra a todos desprevenidos, después de algunos minutos pasa y el sol regresa con todo su esplendor.

Ahora imagínate lo que es convivir con una persona que un momento está bien, feliz y agradable y de repente su tiempo se cierra y se pone seria, grosera y antipática.

Nunca sabes qué esperar, ¿cómo amanecerá ella hoy?

Ella puede estar una brisa suave y delicada como de repente volverse un huracán, no lo hace a propósito, simplemente es lo que está dentro de ella y no lo puede controlar, por más que se esfuerce es más fuerte que ella.

Dentro de sí, ella dice “no voy actuar así nunca más”, pero cuando menos se espera está de nuevo con las mismas actitudes.

La persona que no posee la presencia del Espíritu Santo es inconstante, no consigue dominar su temperamento ni sus actitudes, pues su carne tiene total control de su vida.

Esos cambios repentinos de carácter, muestran que algo no anda bien, la persona necesita buscar el nuevo nacimiento, buscar el Espíritu Santo, pues sólo Él nos concede esa transformación total y completa que por nosotras mismas no podemos alcanzar.

Sólo así podrás dominar el pecado, tu temperamento, tus actitudes, tus palabras, tu nerviosismo, pues tu carne va a estar sujeta al Espíritu y Él te dará esa capacidad.

“Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.” Juan 3:6