jueves, 9 de junio de 2011

Confíe


Observé a un niño solo, en la sala de espera del aeropuerto, esperando la llamada de su vuelo.
Cuando comenzó el embarque, el muchacho fue colocado al comienzo de la fila para entrar y encontrar su asiento antes que los adultos.
Cuando entré en el avión, vi que estaba sentado a mi lado.
Me senté, y aquel joven fue cortés conmigo cuando comencé a hablar con él, después, empezó a dibujar en un libro.
No demostraba ansiedad o preocupación por el vuelo mientras se realizaba la preparación para el despegue.
Durante el vuelo, el avión entró en una tempestad muy fuerte, lo cual hizo que la aeronave se balancease como una pluma al viento.
La turbulencia y sacudidas bruscas asustaron a algunos pasajeros, pero el muchacho parecía enfrentar todo con la mayor naturalidad. Una de las pasajeras, sentada al otro lado del pasillo, estaba preocupada con lo que pasaba, y en aquel momento preguntó al joven:
- ¿No tienes miedo?
- No señora, no tengo miedo- respondio él, levantando los ojos de su libro de colorear y, confiado, dijo sonriendo:
- Mi padre es piloto.
Existen situaciones a lo largo de nuestra vida, que nos recuerdan a un avión atravesando una fuerte tempestad. Por más que lo intentamos, no conseguimos sentirnos seguros, en tierra firme.
Tenemos la sensación de que estamos colgados en el aire, sin que haya nada a dónde sujetarse o apoyarse y que nos sirva de socorro.
Entonces, siempre que se sienta inseguro y en una situación de peligro, a pesar de las circunstancias, por peores que estas parezcan, recuerde que nuestra vida está en las manos de Dios, que creó el cielo y la tierra.
Con Él todo está bajo control, por eso no hay nada que temer.
Nuestro Padre es piloto, no temeré mal alguno.
(Loyde John Ogilvie - autor)

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