Después de un tiempo en la Iglesia
escuchando al pastor enseñando que debíamos tener una Biblia, nosotros
compramos una. Era mi primer Biblia y estaba entusiasmada para saber lo que
estaba allí escrito. Lo que yo no imaginaba era lo que iba a descubrir en las
páginas de aquel Libro, que vendría a revolucionar todo lo que yo había
aprendido hasta allí.
Me acuerdo de que leía todos los
días a la noche antes de dormir, no conseguía irme a dormir sin leer la Palabra
de Dios. Comencé por el Nuevo Testamento, leyendo los Evangelios.
Cuanto más leía, más conseguía ver
la mentira en la que vivía, todo hasta allí había sido una farsa.
Pero a cada versículo, mi corazón se
alegraba, pues veía que todo lo que el pastor predicaba en el Altar estaba de
acuerdo con aquella Palabra. Todo lo que se hacía en la Iglesia tenía base
bíblica, eso venía a confirmar que ese era el lugar cierto. A veces yo leía y
mostraba mi madre: “mira aquí, es como se hace en la iglesia” jajaja, yo
quedaba feliz.
Y ciertas veces yo hasta lloraba
leyendo de tan fuerte que era la Palabra.
Me acuerdo de quedar indignada por
nunca haber leído antes, por haber aceptado muchas enseñanzas y rituales
religiosos sin fundamento bíblico y nunca haber cuestionado nada ¡Llegaba a
sentir rabia de aquellos que enseñaban puras mentiras a las personas!
Recuerdo muy bien de un trecho que
leí y fue un gran descubrimiento para mí:
“Y todo lo que pidiereis al Padre en mi
nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.” Juan14.13
Yo debería orar y pedir a Dios en el nombre de Jesús. Yo nunca había orado usando el nombre del Señor Jesús, pero desde el día que aprendí, comencé a practicar eso.
Otra palabra que el pastor leyó en
la Iglesia y vino a sacudir la base de todo lo que me habían enseñado desde
niña, fue el Salmo 115:4-8
“Los ídolos de ellos son
plata y oro, obra de manos de hombres. Tienen boca, mas no hablan; tienen ojos,
mas no ven; orejas tienen, mas no oyen; tienen narices, mas no huelen; manos
tienen, mas no palpan; tienen pies, mas no andan; no hablan con su garganta. semejantes
a ellos son los que los hacen, y cualquiera que confía en ellos.”
Descubrí que era una idólatra, creía en tantos dioses que eran simplemente imágenes hechas por manos de hombres, en lugar de depositar mi creencia y confianza en el único Dios verdadero.
Pero en ese
mismo día, al volver a casa tomé una actitud, a partir de aquel día yo
solamente iba a creer en el Dios de la Biblia.
Yo sabía los
diez Mandamientos resaltado desde los seis años, pero no como están escritos en
Éxodo 20. El primer mandamiento estaba resumido en “Amar a Dios por sobre todas
las cosas” ¿Y lo demás? ¿Y la parte importante de “no tendrás otros dioses
delante de mí”? Nunca tuve conocimiento de eso.
Cierta vez el
pastor enseñó sobre el bautismo en las aguas, “es bautismo es remisión de
pecados”, decía él, “sólo puede ser realizado cuando la persona consigue
discernir el bien y el mal, el bautismo de bebes no es bíblico, ¿qué pecado
tiene un bebe? El Señor Jesús fue presentado al Templo cuando nació, y se
bautizó a los treinta años.
Otro gran
descubrimiento, realmente todo estaba mal conmigo. Yo era apenas una religiosa
que no tenía nada de Dios, una ignorante espiritualmente hablando.
A través de la
Biblia yo fui también conociendo sobre el Señor Jesús, cómo Él se comportaba,
lo que hizo cuando estuvo entre nosotros, su amor y misericordia. Yo estaba
enamorada de Jesús, cada pasaje que leía sobre Él me hacía admirarlo más, ¡que
maravilloso es Él!
Todo lo que me
enseñaban en la iglesia era mostrado en la Biblia, y yo nunca cuestioné la
Palabra de Dios.
Cuando fue
explicado sobre la idolatría yo lo acepté, cuando fue hablado del bautismo en
las aguas, yo entendí rápidamente, cuando fue enseñado sobre el diezmo,
concordé de inmediato.
Estaba escrito,
no había espacio para dudas o preguntas. Era la Palabra de Dios y debía ser
respetada y obedecida. Es una cuestión de inteligencia, si creo en la Palabra,
simplemente la obedezco y no la cuestiono.
Así fui
andando, leyendo de a poco, aprendiendo y poniendo en práctica. Algunas cosas
demoraron algún tiempo para tomar conocimiento, pero fue maravilloso tener
contacto con la Palabra de Dios por primera vez.
Yo amaba leer
la Biblia, aunque no podía entender todo, yo me esforzaba para tirar el máximo
provecho posible y así me iba aproximando a Dios.
Recuérdese que
en aquella época no había la información que disponemos hoy, no había programas
de la Iglesia en la TV, blogs, etc. A penas teníamos las reuniones de la
iglesia para ir aprendiendo las cosas de Dios.
Y usted ¿cómo fue su primer contacto
con la Palabra de Dios? ¿Consigue recordar?
Con mi Bíblia del aniversario de 40 años de la Universal! La Palabra de Dios sigue siendo mi brújula.
Que lindo post! Tan sincero y honesto. De verdad es el secreto de la felicidad.
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