Cierto día en una conversación entre
mi madre y una vecina nuestra, que trabajaba en la calle donde había abierto
una Iglesia Universal, le comentó: “hay una Iglesia nueva allí en la calle de Cedofeita,
dicen que suceden muchos milagros, veo que siempre está llena”.
Esa vecina nunca colocó los pies
en la Iglesia, pero como pasaba por el frente todos los días, ella veía el
movimiento y escuchaba los comentarios. Cuando mi madre escuchó esas palabras
pensó: “es eso lo que necesitamos, un milagro”.
La Iglesia estaba prácticamente
en sus inicios en Portugal, en Puerto, mi ciudad, había apenas una iglesia en
la calle Cedofeita, pero después vinieron muchas más y hoy tiene una linda
Catedral en Puerto, además de varios Templos esparcidos por todo el país.
Fuimos por primera vez con mi madre en Julio
de 1991, era un jueves, yo tenía 16 años en aquella época. El pastor de la
Iglesia era el ahora obispo Marcelo Brayner. A partir de ese día nunca más dejamos
de ir.
Fue impresionante cómo Dios usó
aquella vecina para llamarnos, pues al final ella nunca había puesto sus pies
en la iglesia, pero fue usada para hablarnos de la existencia de ella.
En aquella época era muy raro
escuchar hablar de iglesias evangélicas en Portugal, ellas existían pero no
eran expresivas ni conocidas. Lo que realmente prevalecía era la religión
tradicional del país, era como si las personas no tuvieran conocimiento de
otras opciones, todas seguían la misma cosa sin siquiera preguntar por qué.
Mientras tanto, ¡la Universal llegó para cambiar ese cuadro!
Nosotros llegamos como la
mayoría de las personas, con problemas familiares, mi hermana muy asustadiza,
yo enferma, llena de conflictos interiores y el gran vacío que invadía mi alma.
Mi madre buscó atendimiento con el pastor que la orientó sobre lo que debía
hacer y los días que debíamos ir a la iglesia.
Me acuerdo que me asusté mucho
cuando vi por primera vez una persona manifestar con un espíritu inmundo. Yo
nunca había visto tal cosa, qué era aquello que agitaba el cuerpo de la persona
fuertemente y con apenas la oración del pastor que usaba el nombre de Jesús,
aquel mal salía y la persona quedaba libre. Podía ver la diferencia en su
rostro después de la liberación, el semblante de la persona quedaba sereno y
aliviado.
El pastor explicaba que aquello
era la actuación del mal en la vida de las personas, el causante de todos los
problemas. Esas personas eran poseídas por espíritus malignos y solamente Dios
tenía el poder para liberarlas. Ahora yo tenía una explicación para todo lo que
estaba sucediendo en nuestras vidas, yo sabía de dónde venía y cómo luchar.
Eso ya fue una revelación para
mí, nunca nadie me había hablado tal cosa.
Los pastores predicaban con
propiedad, sin ningún miedo, aunque todo lo que decían era muy diferente de lo
que las personas estaban acostumbradas, ellos no se atemorizaban y eso nos
pasaba convicción.
Ahora yo sé qué es el poder de la Palabra de Dios,
¡pero en la época yo no tenía idea!
¿Recuerdan que en el post
anterior les conté que había sido detectado que yo tenía diabetes? Pues fui
curada, ¡no tenía más nada! Fue maravilloso, yo era tan nueva en la iglesia que
no entendía muchas cosas, pero creía en Dios, yo sabía que Él existía y Dios me
curó para revelarse para mí, para mostrarme Su poder.
Cada vez que iba a la Iglesia,
yo me sentía mejor, todo realmente mejoró. Parecía que allí, en aquel salón tan
simple y lleno de gente, yo había encontrado lo que busqué toda mi vida.
Mientras tanto, me faltaba mucho
camino por recorrer, muchas cosas dentro de mí necesitaban cambiar, esto era
sólo el inicio de una larga caminata.
¡Continuamos en el próximo post!
Y usted, ¿cómo llegó a la
Universal?
0 comments:
Publicar un comentario