Hola queridas, ¿todo bien? Ya
empezamos el Ayuno de Daniel y que maravilla, pues tengo la certeza que este
Ayuno hará la diferencia en la vida de muchas personas, yo creo, ¿y usted?
Estuve meditando en esos tres
personajes de la Biblia y percibí que podemos ser uno de los tres. ¿Y usted,
cual será? Lean conmigo:
*Marta: es aquella persona que
hace mucho, se ocupa con muchas cosas y lo hace para no perder la posición,
para llamar la atención, para esconderse por detrás de lo que hace, pero no se
preocupa con la buena parte, en buscar la comunión con Dios, en estar en
sintonía con Él y aun critica quien no es como ella, o sea, que hace mucho
también. Pero Marta, por no estar en
comunión con Dios, no entendía las cosas del Espíritu, como vemos cuando su
hermano Lázaro murió. Jesús dijo claramente que su hermano resucitaría y ella
no entendió: “Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieras
estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero también sé ahora que todo lo que
pidas a Dios, Dios te lo dará. Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. Marta le
dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final.” Juan 11:21-24
Y cuando Jesús iba
a resucitarlo, aun contestó cuando Él pidió que quitase la piedra del sepulcro.
Lo peor de todo es que aun llevó un regañito de Jesús: “Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto,
le dijo: Señor, hiede ya, porque lleva cuatro días. Jesús le dijo: ¿No te he
dicho que si crees verás la gloria de Dios?” Juan 11:39-40. Eso es lo que
acontece cuando no estamos en Espíritu. No entendemos la voz de Dios y por no
entender las cosas de Dios, acabamos criticando y actuando errado. Por eso
vemos tantas personas criticando los propósitos de la Iglesia e incluso el Godllywood,
pues están apenas “haciendo” y no siendo. No consiguen ver las maravillas de
Dios.
*Lázaro: es aquella
persona que oye todo, está en la Iglesia pero no tiene mucha expresión, no
quiere participar de nada. En la Biblia no vemos muchos relatos sobre Lázaro,
solamente que se asentaba en la mesa con Jesús, se enfermó y murió. O sea, hay
muchas jóvenes así también, que solo se sientan en la mesa con Jesús,
participan en las reuniones de la Iglesia y solo hacen lo que tienen que hacer.
Pero cuando viene una enfermedad (una lucha, un desierto, una dificultad) no
tienen fuerzas para enfrentarlas y acaban muriendo y solo Jesús puede
resucitarlas.
*Maria: es la
persona que hace la diferencia. Es la que busca la buena parte, es humilde,
quiere aprender más de Jesús, quiere estar en comunión con Él y por estar en
sintonía con Dios, oye su voz y la entiende. Es la luz que brilla, el fuego que
arde. Es la joven que no solo hace, pero también es! Y mientras más estamos en
comunión con Dios, más tenemos de ese buen perfume que Maria derramó en los
pies de Jesús: “Seis días antes de la
Pascua fue Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto y a
quien había resucitado de los muertos. Y le hicieron allí una cena; Marta
servía y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con él. Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume.” Juan 12:1
Aquí podemos ver la
diferencia de los 3. Marta continuaba “sirviendo”, Lázaro, sentado a mesa, pero
Maria hizo algo diferente, algo que llamó la atención de Jesús. Derramó SU
perfume a los pies de nuestro Salvador. Ella tenía ese perfume, era de ella.
Ese acto llamó tanto la atención que fue relatado aun antes de contar toda la
historia, lea en Juan 11:2.
Que maravilla
amigas. Mientras más comunión tenemos con Jesús, más fuerte y oloroso se queda
ese perfume y mientras más fuerte, más perfumado se queda la casa y esa fragancia
llena TODA la casa. Y ese perfume es el que debemos exhalar, y no solo dentro
de la Iglesia, pero principalmente afuera, para aquellos que aun no conocen a
Jesús. Y ese perfume es el Espíritu Santo en nosotras. Estamos en el Ayuno de
Daniel la oportunidad de oro que Jesús nos dio para que nos tornemos como Maria
del siglo 21, para que nuestra comunión con El se estreche y podamos tener
oídos para oírlo. Aproveche este Ayuno, entréguese de verdad y sea bautizada
con el Espíritu Santo. Yo creo en eso, ¿y usted? Seamos Marias del siglo 21. Un
beso grande a todas y nos vemos semana que viene.
Juliana Furucho
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