lunes, 10 de marzo de 2014

¡Deja que yo lo hago!


Hace unos años me propuse ayudar a una persona en la iglesia que era muy complicada, un pasado problemático, muchos traumas, realmente muchas cosas para vencer, un verdadero desafío.
Pero yo compre esa pelea y quería mismo que ella cambiase y fuera diferente, ultrapasar todas las dificultades.
Siempre conversaba con ella y cuando no veía ningún resultado la llamaba de nuevo y eran más horas de orientación, eso aconteció varias veces.
Sólo que con el fin de ayudar, empecé a ver cómo me había convertido en una molestia y muy insistente, aunque mis intenciones eran las mejores del mundo, porque también me desgastaba y perdía tiempo con ella, me encontré con una nueva novedad, por mas que me esfuerce, el querer es siempre de la persona, o sea si ella misma no hace nada al respecto, todo lo que le diga no va a servir de nada.
Sólo que demore un poco darme cuenta de eso, yo pensaba conmigo misma, ella tiene que cambiar, tantas palabras que le doy, tienen que hacer algún efecto, fue entonces cuando vino la parte más fuerte, Dios me mostró que yo estaba queriendo tomar el lugar del Espíritu Santo, aquello fue como un golpe, pero me di cuenta que mi parte era enseñar, y yo debería permitir que el Espíritu Santo actúe, después de todo no era yo quien la iba a cambiar, y sí Dios. En ese momento fue como si le hubiera dicho al Espíritu Santo: “Deja que yo lo hago”, sabemos que no es por la fuerza del brazo, sólo El puede hacer el milagro del nuevo nacimiento, nosotros tenemos limitaciones como seres humanos.
Fue una experiencia que tuve y ahora sirve para compartir con ustedes y decirles que todo tiene un límite, por más que queramos ayudar a alguien, ya sea un miembro, obrero, esposa de pastor, no debemos imponer nada a las personas, nos cabe enseñar, orientar y exhortar si fuera necesario, pero la decisión será siempre de cada uno.
Estaremos tranquilas en saber que hicimos nuestra parte, no fuimos negligentes, ahora si la persona es humilde para aceptar o no es una elección de ella.
Y usted ¿alguna vez ya quiso ser el Espíritu Santo en la vida de alguien? Tal vez en la de su esposo, hijos, amigos. Usted sin darse cuenta ha dejado de confiar en Dios y con el fin de ayudar, quiso imponer las cosas, controlar la vida de las personas, vigilando si ella ora, lee la Biblia, va a la iglesia, practica la palabra que escucha, etc.


Cuéntenos su experiencia, tal vez usted está actuando de esta manera y no se ha dado cuenta.

7 comments:

Unknown dijo...

Es verdad sra muchas veces uno con la insistencia de ver a la persona cambiada para Dios uno quiere cambiar a ella con nuestra propia fuerza quitandole el espacio al Espiritu Santo que es el único que puede convencer a ella de sus fallas y errores.

Anónimo dijo...

Es verdad lo que usted habla porque también pase por esa experiencia y me di cuenta que es el Espíritu santo quien actúa en la persona.

Monica Lopez dijo...

Yo hice lo mismo con mi mama, yo le decia y le decia y hasta ella misma se molesto conmigo ,pero deje que el Espiritu Santo actuara y es eso uno no puede luchar con nuestras fuerza por que la obra es de Dios, y si la persona no es sincera no va a cambiar por mas que uno se desgaste hablando. yo puse de mi parte y solo Dios para actuar en las personas.

Unknown dijo...

Muchas veces queremos tanto que la vida de la persona que intentamos ayudar cambie, que nos ponemos demasiado encima de la persona! queremos y queremos que sea bendecida, y la orientamos sin medir las consecuencias. Debemos tener cuidado con la insistencia, ya que no queremos pasar un fanatismo para la persona, sino que debemos ayudarla dentro de nuestros límites, sabiendo que el único que cambia a las personas es el propio Dios.

Unknown dijo...

sra lo que queda en uno es hacer su parte para ayudar y Dios mira la intención sincera

Paola Navas dijo...

Totalmente cierto Sra.! a veces por la responsabilidad que tenemos de salvar terminamos cayendo en el afan queriendo tomar el lugar que sólo le corresponde al Espíritu Santo, pues sólo Él tiene el poder para convencer de pecado y puede cambiar el pensamiento y la visión de las personas. Yo también ya actué así con la intención de ayudar a personas que supuestamente querían un compromiso con Dios y es increíble lo dificil que se torna el hecho de poder ver un cambio en ellas pero cuando dejamos que el Espíritu Santo actúe realmente entonces allí todo fluye y los frutos son maravillosos.

Anónimo dijo...

Yo no me di cuenta de que JESUS tenia cosas grandes y me queria hacer muy FELIZ, yo no daba oido a los consejos que me daban y no hacia nada para que mi vida cambie.Pero llego un momento en el que tuve que abrir mis ojos y decidir que queria para mi vida.

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