No les llego ni a los pies

Estaba empezando en la obra de Dios, ahora mi responsabilidad era mayor como esposa de un pastor, pero me sentía incapaz de muchas cosas.

Allá estaban las demás esposas, con más experiencia y más maduras, yo las admiraba mucho, pero me veía tan incapaz delante de ellas.

“Uhau, como ellas son espirituales, se expresan tan bien, ¿será que algún día podre ser como ellas”?

Las preguntas iban y venían, yo estaba mirando para mí y de esa manera limitándome.

No eran las esposas de los pastores que me hacían sentir así, fui yo la que decidí compararme a ellas.

Mientras pensaba así limitaba el poder de Dios en mi vida, estos pensamientos me hicieron quedar parada en el tiempo, en cuanto me disminuía por pensar que era joven, inmadura, Dios no podía usarme como él deseaba.

Sería como comparar su comida a la  de su madre o de su suegra, no hay comparación, ¿Cuántos años ellas le llevan de ventaja?

Muchos no es, pero eso no quiere decir que su comida no sea buena y no alimente, ella solo no es tan deliciosa todavía, pero un día llegara a ser.

De la misma manera, incluso si usted es joven, aprendiz, hasta infantil a veces, eso no la hace inferior.

No hay que compararse, eso es perjudicial, lo que debemos hacer es esforzarnos para aprender, pero nunca piense  que no vamos a conseguir ser como esas mujeres que tanto admiramos.

Hay cosas que solo el tiempo mismo, las situaciones vividas, los obstáculos enfrentados, las experiencias con Dios, esto trae la madurez, la sabiduría, la rapidez en resolver situaciones.

Entonces amigas la lección de hoy es: no se compare con nadie, tal vez ahora es su momento de aprender, un día será su tiempo de enseñar.

Si usted se ha comparado con otras personas ya sea en el trabajo, la escuela o en la Obra de Dios, cuéntenos cómo eso le ha afectado en su vida.