martes, 9 de octubre de 2012

La sal de la Tierra:



Aún recuerdo el primer arroz que prepare para mi esposo cuando nos casamos, no tenía tanta experiencia en la cocina, se me olvidó ponerle sal, hum estaba horrible como se puede imaginar, nadie aguanta comer una comida sin sal.
Él fingió para no ofender, pero realmente no podía.
La sal es el que da ese sabor especial, aunque tenga otras especias, pero sin sal, no se puede.
Él sirve para transformar de forma permanente, una vez colocado en la comida no se puede quitar más, y sirve para preservar o retardar la deterioración también, si es puro.
Ahora entendemos mejor cuando Jesús dijo:
“Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se ha vuelto insípida, ¿con qué se hará salada otra vez? Ya para nada sirve, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres.” (Mateo 5:13)

Así es la persona sin Jesús, ella es sin sal, sin vida, sin sabor, no puede dar gusto en la vida de nadie, no puede transformar o cambiar el medio ambiente, simplemente porque no es la sal de la tierra.
Pero, ¿será que ser la sal de la tierra es suficiente? Esperen el próximo artículo.

1 comments:

Unknown dijo...

Los nacidos de Dios somos los que tenemos que llevar a las almas que están sin vida el sabor del Señor Jesús, que es la vida y vida en abundancia.

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